¿Te gustaría descubrir los secretos de la Sierra de Gredos y Barco de Ávila? Pues acompáñame en este viaje por la historia y las curiosidades de estos lugares.
Muy cerca de la Quinta del Chocolatero, a tan solo 8 minutos en coche se encuentra El Barco de Ávila.
Allí nos encontraremos con monumentos emblemáticos como el Castillo de Valdecorneja, una fortaleza con una historia fascinante que se remonta al siglo XII. Fue construido sobre un castro vetón que los romanos destruyeron y luego reconstruido en el siglo XIV.
En un mismo lugar encontramos muchísima historia de esta zona de España. Los vetones eran tribus prerromanas que habitaban esta región durante la Edad de Hierro. Dejaron su huella en los denominados castros. Como siempre, se construían en lugares estratégicos. Por eso las siguientes conquistas utilizaban los mismos sitios.
La historia del castillo sigue, después de ser conquistado a los árabes, el rey Alfonso VI donó el Señorío de Valdecorneja a su hija y su yerno Ramón de Borgoña para repoblarlo.
A lo largo de los siglos, el castillo pasó a manos de la Casa de Alba, quienes se encargaron de su construcción y lo convirtieron en una residencia señorial. Durante la Guerra de la Independencia, el castillo sufrió daños significativos y parte de sus piedras fueron utilizadas para construir viviendas particulares. Incluso llegó a ser utilizado como cementerio municipal entre 1851 y 1904, lo que contribuyó a su deterioro.
Otro de los puntos con mucha historia es el Puente Románico: Una construcción que nos habla de la influencia romana y que ha sobrevivido al paso del tiempo. El puente original fue construido por los romanos, quienes necesitaban cruzar el río Tormes para conectar con la calzada que se dirigía al norte de la península.
Otro de los secretos a 11 minutos de la Quinta y muy poco conocido es El Museo de la Trashumancia, ubicado en Navalonguilla , es una ventana fascinante a esta tradición milenaria. Al adentrarte en sus salas, te embarcas en un viaje en el tiempo para explorar la vida de los pastores que, temporada tras temporada, guiaban sus rebaños a través de las rutas de trashumancia en busca de pastos más verdes. Este museo, con su rica colección de fotografías antiguas, herramientas de pastoreo y trajes típicos, no solo documenta los aspectos prácticos de esta práctica ancestral, sino que también celebra el profundo vínculo entre el hombre, el ganado y la naturaleza.
